Charlene Sinclair está de un humor fantástico, rebosa alegría y felicidad. Sin embargo, su padre cree que la preocupa algo. La hija nota que a sus compañeras les está creciendo la cola antes que a ella. De este modo, mientras Fran trata de enseñarle que un cuerpo bonito no hace una mente bonita, Charlene piensa en soluciones rápidas, ante lo que los hombre de la casa se burlan.